El aumento de la densidad de este plantígrado se hace notar en el frente calcáreo y vegetal donde apuntan nuestros telescopios. Un oso macho, de gran porte y negro como el carbón (el 2º ejemplar de la tarde) decide pasearse al descubierto por el canchal.
Sin embargo, no es a él a donde van dirigidas nuestras miradas. Una osa acaba de bajar a beber al pantano a unos 80 metros de nuestra posición. Aprovecha para rascarse el lomo con un haya y lentamente inicia su descenso hacia el agua. No se percata de nuestra presencia, o quizá no nos teme. A paso lento se va acercando hacia nosotros.
Un arrendajo delata a otro macho que despide esta irrepetible tarde atiborrándose de bellotas en un abierto del bosque. En este año de sequía que apenas ha podido brotar el escuernacabras, (fruto que supone una de las bases del alimento del oso en estas fechas) estos plantígrados necesitan buscar otros recursos. Esperemos que esto no provoque demasiados estragos entre las 60 crías que dan cobijo estos impenetrables bosques del Alto Sil.
Vaya pasote!!!
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